viernes, 30 de septiembre de 2016

Museo de la Cerveza de Montevideo, un brindis por el patrimonio industrial

Material, Inmaterial

Grabado del Método Eswarts de control de calidad
creado por los célebres cerveceros belgas.
Bienvenidos. Los invitamos a recorrer este espacio donde podrán disfrutar y conocer más acerca de nuestra cerveza, de su pasado y su actualidad.” Así dice el cartel de bienvenida al museo inaugurado el viernes 10 de junio de 2011 en el corazón de la planta de Entre Ríos de Fábricas Nacionales de Cerveza. De esta forma se inicia la recorrida por el espacio cultural ubicado en un punto estratégico del área productiva, que en sus casi cien metros cuadrados recoge una actividad industrial y comercial de 150 años y la evolución de marcas históricas. 

Sobre la base del Capítulo 4 del libro Historia de la cerveza en Uruguay (Koi BooksFNC, Montevideo, Diciembre 2011).

La propuesta persigue el objetivo central de establecer en nuestra fábrica un paseo histórico y cultural sobre la producción cervecera del país”, afirma Gabriela Cibils, gerente de Marketing de FNC-AB InBev Group, al evocar al gestor de la iniciativa en su etapa final, Pablo Carrión, por entonces responsable de Relaciones Institucionales.
Bienes tangibles y testimonios
intangibles expuestos y narrados
en el Museo de la Cerveza.
El primer antecedente de un proyecto de museo cervecero data de la década de 1960, cuando Ernesto Montañéz, jefe de Almacenes de Entre Ríos, y el técnico industrial Eduardo Pellatón, comenzaron a juntar objetos que dejaban de funcionar por los inapelables cambios tecnológicos.
"En aquella época se impusieron criterios renovadores, en la producción, la promoción y la publicidad. Desde entonces comenzaron a desaparecer antiguos símbolos, etiquetas y marcas.” 
Pellatón alude a los más reconocidos íconos de la primera mitad del siglo pasado, como el retrato del calvo alemán que bebe una jarra de Doble Uruguaya, una marca que desapareció tras el fuerte crecimiento de Pilsen, pero que durante años se siguió vendiendo en Brasil.
Otro tanto ocurrió con la antigua cerveza Chancho o la muy popular malta Montevideana, dos productos inolvidables que forman parte de la memoria colectiva de los uruguayos de mediados del siglo pasado. “Como renovarse no es destruir, ni desvalorizar el pasado, se comenzó a guardar parte de esos objetos históricos», señala el técnico retirado en 2002, pero siempre cercano a la compañía.
Termómetro mecánico de tacho
de cocimiento utilizado entre
las décadas de 1930 y 1980
.
En la moderna sala de exposición sobresalen carteles interactivos, que cuentan sobre “La cerveza en sus comienzos”, la historia de FNC y la ubicación de sus plantas históricas y las actuales, y que describen cómo la milenaria bebida se relaciona con los alimentos que acompaña. Una vez en su interior se observan los más diversos objetos cerveceros, algunos casi tan antiguos como la industria: porrones, botellas, herramientas, máquinas, instalaciones de laboratorio.
En las paredes se ven afiches, fotos, certificados y premios de exposiciones internacionales, chapas esmaltadas y muebles de oficina. También es muy valiosa la documentación preservada: desde libros de contabilidad de varias de las cervecerías que precedieron a FNC, registros de trabajadores, hasta biblioratos con recortes de diarios referidos a la actividad cervecera, registros fotográficos y colecciones de etiquetas.
En un ángulo del espacio perdura una antigua cuba de fermentación de la década de 1920, construida en cobre y roble de Eslovenia, tan antigua como otro de los atractivos que deslumbra a los visitantes: una vieja máquina manual para la colocación de tapas tipo corona.
Porrón de Niding, 1890.
Una de las presencias más notorias es un barril de roble de principios del siglo pasado, de los tantos que eran distribuidos en carros cerveceros tirados por caballos. Finalmente, la imagen inconfundible del alemán de Doble Uruguaya es una invitación al disfrute de una tradición que arriba a las quince décadas.
Se han puesto en consideración a la hora de su concepción: la integración de la propuesta a las actuales características arquitectónicas del edificio, el porte de las marcas presentes y su histórica evolución, así como la necesidad de presentar a FNC como una empresa de gran vigencia y actualidad, ciento por ciento preparada para el futuro”, expresaba Carrión el día de la apertura del Museo, por el que trabajó hasta 2014 en su valor patrimonial. 

Barril Sankey, 1950.
Sankey
El cierre de Asunción en la década de 1950fue el comienzo de la producción de barriles en Entre Ríos, con nuevos equipos de lavado y llenado ingleses Sankey que en ese momento eran los más modernos la región. Lo interesante es que poco después los barriles fueron fabricados en Uruguay.

El método de los Eswarts 
"No poseyendo los medios científicos actualmente utilizados para controlar la densidad de las cervezas, los Eswarts utilizaban antiguamente métodos que, aunque empíricos, no eran menos eficaces. En Bélgica, en otras partes, después de haber probado la cerveza, para controlar su sabor y gusto, se esparcía el resto del chopp sobre un banco de madera y se sentaban sobre él. Una hora después se paraban.""Entonces, si el banco quedaba firmemente pegado a sus pantalones de cuero, la cerveza era considerada poseedora de una densidad correcta y los Eswarts la clasificaban en la categoría de las buenas cervezas. Si por el contrario, los pantalones no tendían a quedarse pegados al banco, la cerveza era considerada de calidad inferior y en consecuencia el precio fijado era menor." 
Transcripción del texto que describe el legendario método belga de control de calidad, expuesto en el Museo de la Cerveza de Montevideo.


Otro tiempo

El antiguo sombrero utilizado por los porteros de la planta de Entre Ríos se expone como una pieza de valor patrimonial. El Museo de la Cerveza preserva objetos de la industria: porrones, botellas, herramientas, máquinas, instalaciones de laboratorio, y también afiches, fotos, certificados y premios de exposiciones internacionales, chapas esmaltadas y muebles de oficina.

Montañez
−"El gran impulsor del Museo fue un jefe de Almacenes, a quien se debe que haya quedado material, cuando en la décadas de 1960 y 1970 todo lo viejo y lo que salía de circulación se tiraba. Ernesto Montañez, con su compromiso y su ejemplo nos impulsó a preservar bienes que hoy tienen contenido histórico y cultural.”
Eduardo Pellatón, técnico cervecero, gestor del patrimonio industrial de FNC.
 
La planta de la Oriental se fue desmantelando de a poco. Lo último que se sacó fue el tacho de cocimiento donde se hacía la malta, que luego se montó en Entre Ríos y que con los cambios tecnológico pasó a ser una pieza histórica que ahora está en el museo de FNC.”
Oscar Pedemonti, técnico cervecero con más de medio siglo de experiencia.

A marcha camión
Carro de dos caballos de Doble
Uruguaya que hasta la década de 1950
transportaba 800 litros de cerveza
en barril y 24 cajones de botellas de
vidrio de uno y dos litros. Este mismo
ejemplar está expuesto a la entrada del
Museo de la Cerveza de FNC.
Se cuenta que el pionero Johan Friedrich Francke, El Cervezero que se instaló en las afueras del antiguo Cementerio Británico (actual Palacio Municipal), salía con un pequeño carro de dos ruedas, que él mismo impulsaba, para repartir su líquido similar a una lager.
De esta forma respondía al llamado de clientes que solicitaban sus barriles, dentro de un radio que no podía ir más allá de la Plaza Artola o el barrio Palermo.
Desde entonces, fue notable la evolución del transporte de cerveza, tanto en su logística, como en el concepto del servicio: desde el caballo hasta las más modernas unidades refrigeradas que conservan la bebida pronta para disfrutar.
No quedan testimonios escritos del esfuerzo de Francke, tan primario como desmedido, apenas relatos orales recogidos en crónicas periodísticas. En cambio sí perduran registros del primer transporte cervecero organizado de Montevideo, que data de 1853, según aviso publicado en el diario El Comercio del Plata que describía el itinerario de un carruaje abierto, impulsado por un caballo, con capacidad para cargar hasta 20 barriles de 50 litros.
Era un símbolo en movimiento, utilizado también como artilugio publicitario por la Cervecería del Cordón, propiedad de Thibaut Holveg, que llevaba pedidos a pulperías y fondas de la Ciudad Vieja, el Cordón, y llegaba hasta La Aguada, por entonces un paraje rural.
Camión White, 1910.
Mucho más famoso fue el servicio de entrega a domicilio de la Cervecería Popular de Conrado Niding, que en 1866 contaba con doce carros que salían desde un amplio establo de la calle Durazno para realizar envíos a toda la ciudad en “menos de una hora”, según la promoción gráfica elaborada memorable que amplió su servicio en 1874 cuando se trasladó al complejo cervecero de Yatay 8 transformado en el mayor distribuidor de bebidas de la última década del siglo XIX.
Cuando Eduardo Richling creó la Nueva Popular a Vapor poseía una flota de 30 unidades, la tercera parte acondicionadas para llegar hasta el Cerro, a Carrasco, o para cruzar la frontera montevideana gracias al empuje de cuatro caballos.
Richling fue un innovador que introdujo una novedad insólita: el primer transporte comercial impulsado por un pequeño motor a vapor. Era una extravagancia mecánica que maravillaba a la población pero que no podía alejarse más de cinco cuadras de la planta de Goes.
Cervecerías del Uruguay importó el primer camión con cubiertas de aire: un White americano traído a principios del 1900, pero ya tenía unidades de esa marca con ruedas macizas de caucho.
Mercedes Benz, 1928.
En las dos primeras décadas del siglo pasado el transporte a caballo comenzó a evolucionar, desde el carro abierto conducido por una persona, a las unidades cerradas de la Montevideana que podían conservar la bebida fría, siempre y cuando el cliente pagara un adicional.
Los camiones Ford A fueron introducidos en 1922. Eran seis vehículos que podían transportar bebida y hielo, estacionados cada mañana en la calle Entre Ríos, donde actualmente se encuentra la puerta principal de Fábricas Nacionales de Cerveza.
FNC utilizaba, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, antiguos Ford A 20 para el personal de Supervisión de Ventas, que en 1947 cambió por automóviles VW alemanes, y en 1950 se importaron 30 Commer ingleses y 12 White americanos que recorrieron el país pintados de verde, el antiguo color de la compañía.
Hasta 1955, las cuatro plantas de FNC (Entre Ríos, Asunción, la Oriental y el Palacio de la Cerveza) y los centros barriales de distribución se surtían mediante camiones, y desde allí, el reparto a comercios y domicilios se realizaba a caballo.
Tapón cervecero en cerámica.
Por entonces, la empresa poseía 130 vehículos propios y 300 carros que fueron dejando de circular cuando la fabricación se concentró en la factoría del Arroyo Seco.
Los caballos eran percherones y estaban muy bien atendidos. Se los cuidaba mucho. Les ponían un uniforme verde, los herraban en los talleres, con mucho cuidado de que quedaran bien, tenían servicio veterinario y hasta una ambulancia para trasladarlos si el caso era urgente”, cuenta Oscar Pedemonti, quien desde su cargo técnico recuerda cómo funcionaba la amplia caballeriza que durante décadas ocupó la manzana de General Luna, Aguilar, Santa Fe y Melo.
Allí quedaban cientos de animales de tiro, que trabajaban en verano y descansaban en invierno. Me acuerdo que hasta les ponían un sombrero para protegerlos del sol, que además los identificaba, y cuando hacía frío salían siempre abrigados”, evoca el testigo.
La tracción a sangre fue definitivamente sustituida cuando la compañía completó un amplio parque de camiones Bedford y Leyland, que en su tiempo resultaron los mejores transportes de bebidas. En aquel momento la antigua caballeriza fue adecuada para estacionamiento de cientos de vehículos de mecánica inglesa que en la década de 1960 fueron pintados con el amarillo que actualmente identifica a FNC. La última gran compra corporativa data de la década de 1970, cuando fueron adquiridos doce Mercedes Benz de procedencia argentina.

White
Camiones de Cervecería del Uruguay
celebrando el triunfo de Maracaná, 1950.
Fueron los primeros camiones importados por FNC, fabricados en Estados Unidos a imagen y semejanza de las máquinas de vapor de principios del siglo XIX que utilizaban un motor de dos cilindros y cuatro caballos de fuerza. Su capacidad de carga era de 1.500 kilogramos, y el habitáculo del conductor era incómodo y sin techo.

1928
Es el año de fabricación del camión Mercedes Benz M5 utilizado por FNC hasta la década de 1950, luego adquirido por la empresa Carlsberg para su museo de Copenhage.

El chopp puro tomado en dosis moderadas, solo tiene efectos positivos para el organismo: mejora la capacidad física, reduce el estrés, la presión alta y los riesgos de infarto, además de proporcionar mayor resistencia contra infecciones.” 
Anton Piend, profesor de la Universidad de Múnich. 
 
A toda máquina
Tachos de cocimiento de Cervecería Nacional
que datan de 1920, utilizados en la planta
Entre Ríos de FNC hasta 1970, expuestos
en el Museo de la Cerveza.
En el Museo de la Cerveza está descripta la elaboración del producto, desda la fermentación, una etapa clave porque de su evolución depende la calidad del producto final. Desde principios del siglo pasado, la tecnología cervecera se basaba en diferentes tanques dotados de sistemas de refrigeración en los que se realizaban entre dos y tres fermentaciones por separado.
Fue más de un siglo de sótanos, con piletas abiertas y cubas de madera donde la cerveza reposaba tres meses. Luego era enfriada en un ambiente subterráneo a cero grado, dentro de un tanque de tres metros de diámetro, donde la cerveza se enfriaba por convexión natural a través de las paredes del tanque, en un procedimiento que duraba quince días.
Las exigencias y los recursos industriales son muy superiores en la actualidad. Cuando comencé a trabajar en cervecería, en la década de 1960, buena parte de la maquinaria era de 1940; me tocó vivir un proceso de modernización tecnológica que pocas veces se ha dado en el país. A principios de la década de 1980 sustituimos las cinco líneas de envasado que antes llenaban con el antiguo método de contrapresión de aire, lo que significaba que la cerveza salía oxidada. En aquel momento, cambiamos a una línea con gas carbónico, equivalente a las cinco anteriores. Fue un gran salto tecnológico, para la compañía y para la industria”, recuerda el ingeniero Carlos Ghione maestro cervecero de Fábricas Nacionales de Cerveza.
Zuecos cerveceros y fotos de fábrica.
En 1988 la industria cercevera uruguaya se alinéo con la vanguardia tecnológica cuando llegaron las cubas cilindrocónicas de acero donde se elaboran grandes volúmenes de bebida, que sumadas a un equipo de filtrado de mayor capacidad y eficiencia, aportan estabilidad productiva.
Las cubas están revestidas por una resina parecida al vidrio y poseen camisas de frío propias. Allí se concentran los procesos de fermentación, maduración, estacionamiento, clarificación. Es una tecnología que favorece al ahorro energético, a la disminución de mermas y al mejoramiento de las condiciones higiénicas de elaboración.
Se pasó de 20 días de enfriado a 0.5 grado, a 36 horas a -1.5º, porque cada grado que se baja reduce en diez veces el proceso. De los 30 días que se guardaba en un sótano, para que se decantara, para que puliera su sabor, para alcanzar su equilibrio bioquímico, se pasó a dos días de reposo”, explica Ghione.
A principios de la década de 1990 las plantas cerveceras fueron modernizadas, tanto en la fermentación como la filtración, con una tecnología que aún sigue vigente. En 1994 fue puesta a punto la sala de cocimiento, con la incorporación de una tecnología automatizada por computadoras, mientras se adaptaba el edificio a los requerimientos del siglo XXI.
“Los estacionamientos se aceleran cada vez más. Lo hace la industria cervecera, la del whisky, y también las bodegas, cuando utilizan instrumentos externos como las cilindro-cónicas, que en su interior están revestidas en roble, lo que permite lograr el efecto de absorción de la madera. Se puede obtener un whisky de doce años en ocho horas de estacionamiento. El roble es el roble. Muchas bodegas mantienen el mito, la magia, pero el roble tradicional ya no es el standard industrial”, concluye el decano de los maestros cerveceros uruguayos en avtividad.

"La cerveza es un coloide, y como tal necesita un equilibrio muy fino entre todas sus partes: proteínas, azúcares, alcohol, agua, polifenoles."
Carlos Ghione 

Botellón de dos litros con tapón de
cerámica, Cervecerías del Uruguay
De los cajones de hielo al chopp directo
Chopp es la definición técnica de la cerveza servida directamente desde el barril a la jarra que ocupa un espacio principal del Museo de la Cerveza.
Como modalidad es más antigua que la presentación envasada, que en Alemania y otros países de milenaria tradición cervecera forma parte de su cultura, y del carácter histórico de grandes fiestas como la Oktoberfest de Múnich.
Las primeras chopperas uruguayas eran cajones rectangulares de madera, que dominaban el escaparate de los mostradores de sitios históricos como el Palacio de la Cerveza o el Parque Oriental.
La bebida era almacenada en tanques de roble, y luego pasaba a través de una larga serpentina de estaño en forma de espiral que estaba en contacto directo con el hielo seco que la enfriaba a medida que se iba sirviendo.
En la década de 1960 Fábricas Nacionales de Cerveza inauguró el sistema de chopperas en bares y restaurantes con pioneros como el recordado Rodelú de Malvín, El Palacio del Franckfurter, todavía ubicado en la Plaza Independencia o La Pasiva, una empresa gastronómica cuya imagen pública todavía se mantiene asociada con la cerveza servida desde el barril.
Afiche cervecero, 1952.
En la década de 1970 hubo un cambio tecnológico que consolidó el negocio, con la instalación de las chopperas de acero inoxidable mucho más pequeñas, saludables y eficientes.
El hielo fue sustituido por un moderno sistema de refrigeración que aún se mantiene vigente”, afirma Eduardo Pellatón, durante años jefe del Departamento de Choppería y Mantenimiento de FNC.
Aquel trabajo de colocación y cuidado de las chopperas fue de los más lindos y creativos que me tocó realizar”, evoca Genaro Marsiglia, antiguo técnico instalador y reparador de las máquinas que abastecen el consumo cervecero en bares y restaurantes, y también en fiestas públicas y privadas de todo el país.

El siglo XXI está definido por el Chopp Directo servido en pequeños barriles transportables que se comparten entre amigos o en familia.

Elaboración cervecera
Mosto. La primera etapa es de trasformación del almidón en azúcares, llamados también polisacáridos. Se calienta primero a 40°C, luego se lo lleva a los 64°C y por último a 72-74°C. Después se toman muestras cada 15 minutos hasta que la cantidad de azúcar es negativa, y se eleva nuevamente la temperatura a 77°C, para eliminar enzimas.
Alcohol y dióxido de carbono. Luego de obtenido el azúcar en forma de mosto, la mezcla es transformada en un producto alcohólico, con dióxido de carbono en su interior.
Lupulado. La planta que le da el amargor a la cerveza se agrega en distintas medidas, según el carácter de cada variedad o marca.
Enfriado del mosto. Para esto se lo lleva a la tina de fermentación en donde se le agrega levadura. Se enfría la cerveza a 0°C, y se lo deja de 5 a 10 días en un lugar denominado sala de reposo. El filtrado del mosto se inicia con el producto concentrado que luego se diluye miebtras se acelera el proceso.
Descontaminación. La cerveza pasa por distintos tanques, uno con soda cáustica, otro con agua caliente, otro con ácido y el último con desinfectante. Es la primera pasteurización.
Fermentación. Se lleva el líquido a una sala donde se la coloca en tanques que no se llenan totalmente, debido al gas carbónico, donde se lo mantiene a 15°C. Se controla cada 12 horas la cantidad de azúcar y la temperatura a la que se encuentra.
Reposo. Se lo lleva a tanques que se llenan totalmente, donde se mantiene la bebida a 0°C.
Gasificación. La cerveza se gasifica o desgasifica a medida que se filtra, hasta que se regule al nivel permitido de gas carbónico.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Tras las huellas del patrimonio industrial cervecero uruguayo, entre Montevideo, Minas y Paysandú


Lá fábrica y su gente

Fachada histórica de la planta Entre
Ríos de Fábricas Nacionales de
Cerveza, con la estrella cervecera en
un tímpano superior.
En quince décadas de presencia industrial y comercial documentada la actividad cervecera acumula un largo historial de unidades productivas y una experiencia que cubre la elaboración y distribución de cientos de marcas históricas. Desde un principio la producción de cerveza en todo el mundo asumió un liderazgo en innovación tecnológica y aplicación de métodos de vanguardia en espacios fabriles y administrativos diseñados para la competencia. También ha sido así en Uruguay, con ejemplos de valor patrimonial en Montevideo, Minas y Paysandú.

Sobre la base del Capítulo 5 del libro Historia de la cerveza en Uruguay (Koi BooksFNC, Montevideo, Diciembre 2011).

La planta principal de Fábricas Nacionales de Cerveza, con 30.000 metros cuadrados construidos, está ubicada en una zona del Arroyo Seco que la Intendencia de Montevideo define como de uso preferencial mixto: residencial e industrial. Es la suma de dos manzanas delimitadas por las calles Entre Ríos, Jujuy, Santa Fe, General Luna y Paraguay.
El establecimiento primitivo, de no más de 5.000 metros cuadrados, que tenía entrada por Entre Ríos 1060 fue construido entre 1899 y 1900 para la Cervecería Nacional de Pajean, Brauer y Cía, fabricante de una marca memorable: Montevideana.
Todavía perdura en el área superior del centro de la pared principal una estrella de cinco puntas que simboliza el buen hacer cervecero. El antiguo edificio industrial fue remodelado en 1907 cuando pasó a llamarse Cervecería Montevideana de Eduardo Armanino y Cía.
Las antiguas paredes de piedra
ahogada todavía son el fundamento
de un edificio adaptado a la
productividad del nuevo siglo.
Cuatro años después la fábrica fue ampliada por la sociedad anónima que sumaba a los empresarios Francisco Ameglio, Carlos Anselmi, Enrique Queirolo y Domingo Lanza, que produjo una cifra anual record: 3.000.000 de litros de cerveza.
En 1922 fue creada la firma Cervecerías del Uruguay, por la fusión de la Montevideana y su mayor competidora: la Uruguaya. Una asociación productiva y comercial que acumuló tres plantas fabriles que funcionaban a pleno: Entre Ríos, Asunción y Yatay, que además era un popular expendio de bebida, con dos restaurantes y un parque recreativo. En 1926 la empresa produjo 5.000.000 de litros de cerveza, con un pico de ocupación laboral para su época: 500 empleados.
 Al año siguiente fue inaugurado el Palacio de la Cerveza, y modernizado el edificio de Asunción, ambas obras del arquitecto Juan M. Delgado, pionero del Art Déco industrial, especializado en edificaciones cerveceras, quién además participó en la segunda ampliación de Entre Ríos, que por entonces ya ocupaba toda la manzana, hasta la calle Paraguay.
En 1932 fue creada Fábricas Nacionales de Cerveza, por la unión de Cervecerías del Uruguay y la Oriental de Numa Pesquera. Por entonces, la planta de Entre Ríos todavía tenía un solo piso, con galpones, y un amplio anexo utilizado para la caballada que tiraba los carros de distribución.
A la administración se ingresaba por la legendaria puerta de Entre Ríos 1066, mientras que las envasadoras ocupaban un amplio sector entre Jujuy y Santa Fe, y la expedición se realizaba en una explanada con garaje que quedaba por Paraguay.
Alrededor de aquella manzana que dominaba el paisaje del barrio hasta la avenida Agraciada, se estacionaban los carros de hielo y de cerveza, tirados a caballo, las voituretas Chevrolet de los supervisores, los Ford A y B, y los legendarios camiones White y Commer.
Frente de Cervecerías del Uruguay, c. 1900.
No fueron muchas las reformas arquitectónicas hasta 1956, cuando se construyó un primer piso donde fueron llevadas las principales áreas productivas, además de la sala de máquinas.

El proyecto del estudio de arquitectos Dallorto & Rocca, llevado a la obra en principio por el constructor Pedro Moncaut, fue continuado por la firma Cayetano Carcavallo que propuso mejoras y ampliaciones en la planta baja que desde entonces fue el área de recepción y almacenamiento de materia prima, y de expedición y distribución de bebida.
La nueva planta fue inaugurada en 1959, año de la reconversión industrial y administrativa liderada por el ingeniero Francisco Ameglio, para quien era urgente cerrar Asunción, la Oriental y Yatay: La empresa por entonces necesitaba reducir gastos y aumentar su eficiencia productiva, sobre la base de centralizar su operativa en Entre Ríos.
En la década de 1980 fueron construidos galpones y explanadas para atender una creciente cantidad de vehículos que cargaban y descargaban mercadería, y en los años siguientes se realizaron reformas en etapas, con mucho cuidado, porque el edificio original sufría los síntomas de sus ocho décadas y de la presión de una maquinaria cada vez más potente.
Planta de Cervecería Montevideana
en la calle Asunción, c. 1950.

Para comprender la complejidad de su diseño y su equilibri, hay que bajar al sótano donde las paredes de piedra ahogada tienen seis metros de profundidad y están sellada con bentonita, una arcilla que ya usaban los romanos por su eficiencia para mantener aislados los cimientos. Se trata de un aislante tan eficaz, que más de un siglo después sigue sin entrar agua a ese espacio invisible, pero fundamental para la estabilidad de la planta.
Los ladrillos eran aislados con corcho impregnado en alquitrán para mantener una temperatura baja muy estable. La piedra está sellada, y sostiene una cámara de bovedilla y losa, que funciona como acueducto aislante por donde corre el Arroyo Seco.
Cuando se renovaron las áreas administrativas y comerciales fue necesario adaptar su logística a las exigencias de un negocio global. El edificio fue puesto en valor con un criterio muy moderno y con una atractiva visión del marketing. El proyecto se cumplió en etapas que respetaron un concepto de evolución dinámica. 
−La recepción, cara visible de la empresa, fue diseñada con un original escaparate electrónico que presenta campañas publicitarias audiovisuales, de manera muy amigable. El área del maestro cervecero, ubicada en el primer piso, es de fácil acceso desde y hacia la planta industrial, y está vinculada con las oficinas de control de calidad.
Cervecería Nacional antes de 1932,
cuando se fusionó con la Oriental para
fundar Fábricas Nacionales de Cerveza.
(Archivo FNC)

En ese mismo nivel se mantuvo la sala histórica del Directorio y las principales gerencias. El sector administrativo funciona en el segundo piso transformado en un amplio open office que permite una natural conexión entre las unidades comerciales, y con las salas de reunión, donde se privilegian los sectores de marketing y ventas, por ser en su conjunto el alma del negocio.


Fábricas Nacionales de Cerveza posee tres plantas industriales y de logística. La fábrica de Montevideo está ubicada en Entre Ríos 1060, la de Minas en el kilómetro 109 de la ruta 8 y Distribución funciona en el Camino Bajo de la Petiza 5593.

Firma de los constructores de
la planta Entre Ríos de FNC en
una pared de la calle Paraguay.
28 de abril
Es la fecha elegida por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2003 para celebrar el Día Internacional de la Seguridad y la Salud Ocupacional.

De esta agua
En 1987 fue instalada en Entre Ríos una planta de recuperación del gas carbónico que surge de la fermentación, que en 2009 fue modernizada con un vector anaeróbico que elimina todas las emanaciones, para cumplir una las más modernas exigencias ambientales. “Es parte de la responsabilidad social de una empresa que está en medio de la ciudad, pero que no molesta a los vecinos, porque no hay mal olor. El agua sale siempre limpia”, aclara el ingeniero Carlos Ghione, maestro cervecero de FNC.

−En la manzana de Entre Ríos funciona la Dirección, Administración y Ventas, además de la producción de cerveza, malta y refrescos. En la manzana de Santa Fe se encuentra el envasado de cerveza, distribución y logística.

Chimeneas de la Montevideana, c. 1910.
Cerveza en tren
La modernización de la planta de Entre Ríos corrió paralela con la llegada de muchos de nosotros. En 1959, cuando trajimos la maquinaria de Asunción y de la Oriental, hubo una notoria etapa falta de espacio, porque allí se realizaba todo, en un espacio muy concentrado. Pocos años después se le compró a AFE la media manzana de Jujuy y San Fructuoso. Era un edificio enorme, con una entrada para trenes que durante un tiempo se utilizaron para depósito y carga de cerveza; pero en algún momento se le vendió una parte a Conaprole. Lo que nos quedó luego fue canjeado a UTE, por el edificio de la calle Jujuy, ubicado enfrente, donde se colocó una planta de tratamiento de efluentes alineada con las exigencias de la Dirección Nacional de Medio Ambiente.” 
Eduardo Pellatón, técnico de Fábricas Nacionales de Cerveza y gestor del patrimonio industrial cervecero..

Chimenea
Es una obra maestra de la ingeniera aplicada a la industria, construida en 1900 en la primera planta de la Cervecería Nacional. “Es una construcción de las de antes, cuando el ducto se metía debajo de la tierra, como si fuera un edificio más. Pasan los años, pasan las tecnologías, pero su tiraje es increíble. Es una verdadera obra maestra de ingeniería”, afirma Carlos Ghione.

Un registro original de la antigua
sala de cocimiento de
la Cervecería
 Montevideana en la calle Asunción, 
última empresa que dirigió Conrado 
Niding. Los tachos fueron
trasladadas a Entre Ríos, donde
hoy son conservadas por FNC
 como piezas históricas.
Sala de cocimiento
Fue compleja la adaptación de un edificio construido en 1900 a las nuevas exigencias industriales. Hubo que hacer mucha obra para aumentar la escala donde no estaban previstas esas dimensiones. Fue muy interesante la obra para instalar una nueva sala de cocimiento. Hubo que hacer un nuevo pilotaje, pero con un problema mayor: por debajo pasa el arroyo Seco. A los tres metros de profundidad encontramos agua de una napa importante, también a los nueve metros, por lo que hubo que hacer un pilote de 18 metros, para soportar un tanque de 300 toneladas. La sala de cocimiento original tenía techo de bovedilla, por lo que hubo que meterle hormigón para armar una estructura nueva. Trabajamos con martillos para romper la loza lo menos posible, con la exigencia de que había que armar algo nuevo, pero manteniendo lo que había. Finalmente se logró: la planta fue actualizada y ahora es un espacio moderno, pronto para recibir tecnología de última generación.”
Carlos Ghione.

En la década de 1970 la antigua caballeriza de la calle General Luna fue transformada en un garaje de camiones y camionetas. 
Hasta la década de 1980 el complejo de Entre Ríos tenía dos viviendas, para técnicos y funcionarios que estaban a la orden las 24 horas del día; ambas quedaban en la esquina de Santa Fe y Jujuy. 
En la esquina de Paraguay y Entre Ríos hubo un boliche famoso, que no pertenecía a FNC, metido en el ángulo noreste de la planta industrial.
Una sola letra basta para reconocer
una marca admirada por su sabor
y calidad natural: Patricia.

Patricia, un gusto entre las sierras
La histórica planta industrial Minas, en la actualidad propiedad de Fábricas Nacionales de Cerveza, está ubicada en el kilómetro 109 de la ruta 8, a muy poco más de diez kilómetros de la capital del departamento de Lavalleja.
La construcción que recibe el agua de la cuenca del arroyo Solís Grande fue una iniciativa del banquero Luis. J. Supervielle, quien en 1935 era presidente de la Compañía Salus primera propietaria de la marca Patricia.
La obra dirigida por el ingeniero Juan Pedro Fabini fue inaugurada dos años después. Su diseño Art Déco tardío está influido por una sensibilidad modernista nacional liderada por el arquitecto Julio Vilamajó, quien además desarrolló la urbanización de Villa Serrana.
Al edificio patrimonial ubicado a la entrada del Parque Salus, se accede a través de un sendero señalado por el monumento al Puma que se eleva a tres metros de altura sobre un pedestal de ladrillos. En la base se luce un escudo de la empresa que es símbolo del trabajo y la cultura minuana.
Fachada geométrica de la fábrica
Patricia en Minas inspirada en la
 arquitectura renovadora que en la
década de 1930 lideraba Julio Vilamajó.
Para llegar ba su puerta de ingreso se transitan 200 metros pavimentados entre dos hileras de palmeras butiá que le entregan al entorno fabril una serena calidez.
Una recorrida por sus cuatro pisos describe una historia tecnológica de la producción cervecera. Allí se conservan antiguos tachos de cocimiento que permanecen en perfecta armonía con kilómetros de cañería de bronce que durante décadas fueron las venas de la fábrica.
En el piso más alto se encuentra la pileta abierta de fermentación diseñada debajo de un amplio techo curvo, calculado con precisión para que dejara caer el agua de la condensación fuera del espacio donde evolucionaba la cerveza.
A la salida de allí se ubica una amplia azotea coronada por un techo abierto, encolumnado hacia el frente, donde se alza el antiguo cartel metálico de Patricia que se divisa desde los puntos más lejanos del territorio serrano.
Camino al Parador Salus, centro gastronómico
y hotelero creado a partir del agua mineral,

refrescos de limón y naranja, y cerveza.
El complejo industrial de 2.000 hectáreas durante décadas se autoabasteció de las materias primas necesarias, excepto el lúpulo que se importaba de Europa y de Estados Unidos.
Era un sitio ideal para la producción cervecera. Los agricultores del lugar la abastecían de cebada; la forestación aportaba el combustible para las calderas, el carbón vegetal para la elaboración de gas carbónico y la madera para los casilleros.
El centro del establecimiento era legendaria Fuente del Puma de la que surge toda el agua necesaria para elaborar una cerveza reconocida por su intensa relación con la naturaleza.
El 26 de marzo de 2006 fue una fecha memorable para la fábrica minuana, aquella mañana fue inaugurada la primera línea de producción de cerveza en lata, con la presencia de Tabaré Vázquez, por entonces en su primer mandato como Presidente de la República.
La línea de producción de Minas elabora envases de aluminio en el calibre de 354 centímetros cúbicos de la marca Patricia.
Tacho de cocimiento de Minas,
patrimonio industrial y testimonio
de la antigua cervecería
uruguaya.
La fabricación de latas tiene un impacto sobre cerca del 50% del producto; es un empaque valorado por su practicidad y velocidad para el enfriamiento.
En 2010 la fábrica redujo 30% su utilización habitual de agua, luego que el año anterior se había registrado un pico elevado de consumo.
−“Minas no perdió su pertenencia con la fábrica y con su producto emblema: Patricia. Por el contrario, el minuano es Patriciero de alma, y defiende una marca que representa a todo el departamento de Lavalleja”, afirma Sergio Aguirre, minuano de nacimiento, jefe de logística de la histórica planta.
De la fuente
El agua de la Patricia rubia hace la diferencia cuando se trata de hacer una cerveza refrescante, con carácter y sabor original: en el proceso de fabricación utilizamos el líquido mineral tal como sale de la roca de la fuente del Puma.” 
Gustavo González Porley, maestro cervecero.

Imagen
−En 2006 los funcionarios Susana Poggio y Ernesto Farías, en representación del personal de la planta Minas de Fábricas Nacionales de Cerveza, fueron quienes le entregaron a Tabaré Vázquez una imagen en bronce de un trabajador cargando una lata de Patricia, cuyo significado es el esfuerzo físico más allá de las máquinas.
−El mandatario inauguró aquel año la única línea del país que elabora envases de aluminio en la presentación de 354 centímetros cúbicos. La lata es un empaque valorado por su practicidad y velocidad para el enfriamiento, que se vende en forma individual o en packs de seis o 24 unidades.

Salus
Era la diosa romana de la seguridad y el bienestar, identificada con la deidad griega Hygieia. Su templo fue construido en 302 antes de Cristo, en el centro de la ciudad-estado, y era el escenario de un sacrificio anual que se realizaba cada 5 de agosto. 
 
Parador Salus
Es un histórico centro gastronómico y hotelero creado a partir del consumo de agua mineral, refrescos de limón y naranja, y cerveza